martes, 25 de septiembre de 2007

ARDOR

Después de la matemática linealidad, se obscurecieron los roces térmicos que hicieron hervir la sangre a través de venas volcánicas, se acabó el sórdido río de fuego que alguna vez condujo a lo más alto del cielo.


La libertad es sólo una promesa que es creíble solamente mientras se es esclavo,

la felicidad es la promesa que ingenuamente se cree la libertad.


Un fragmento cansado de flotar en el río incandescente que había de empujarlo al cielo. Aún el río, cansado de dejarse caer, optó avergonzado por sumergirse en la tierra.


La grieta de la cotidianeidad, el error de sentirse seguro, la egolatría de saberse fuego, de hablarle al viento, es la fuerza que rompe el dique infalible.


Los cambios terrestres son sabios.


Las amenazas latentes acaban por incentivar la certeza de dejarse caer al vacío...


Y renacer metamorfizado.

*Con postdata para los dhemos y su mascota, una dulce ratita